Segunda sesión XI Jornada de Innovación Colegio Areteia. Habilidades Comunicativas con los hijos y alumnos: internet, pantallas y RRSS.
Las pantallas han llegado a nuestras vidas para quedarse. El impacto que las nuevas tecnologías ha generado en el día a día aún necesita cierta perspectiva histórica para poder calibrarse, pero es un hecho que, con las llegadas de Internet primero, de los dispositivos inteligentes después, nuestra sociedad ha cambiado la forma de comunicarse. Esta fue la vía de exploración que trazó la segunda de las sesiones programadas en la XI Jornada de Innovación del Colegio Areteia, que, en esta edición abordaba la experiencia comunicativa entre padres, docentes y alumnos desde diferentes aspectos, como las relaciones afectivo-sexuales (que se trabajaron en la primera sesión), o el acercamiento a diferentes características del niño-adolescente.
Como es habitual, la sesión contó con la participación de expertos, que plantearon un marco de relación, esta vez centrado principalmente en el hogar, para abrirlo hacia el mundo escolar en la posterior mesa redonda, con participación de los propios especialistas, docentes, familias y un exalumno.
2ª sesión de la XI Jornada de Innovación Educativa de Areteia: Habilidades Comunicativas con los hijos y alumnos: internet, pantallas y RRSS.
Así, en la primera de las ponencias, D. José Martín Aguado, autor del libro Empantallados. Cómo educar con éxito a tus hijos en un mundo de pantallas, planteaba la incidencia que nuestra nueva vida tecnológica tiene en las familias. Un primer punto destacado desde nuestra perspectiva como padres o docentes, para Martín, es que debemos tratar de entender la sociedad en la que viven los jóvenes, que poco, o nada, tiene que ver con aquella en la que se han educado los hoy adultos. El influjo que las redes sociales tienen en el estrés, la capacidad de limitar la actividad en el móvil/ordenador e, incluso, en la autoestima de los jóvenes es un hecho que, a día de hoy, impacta en la definición de las relaciones personales.
Parece evidente que el propio desarrollo de las tecnologías ha facilitado mejores herramientas de estudio y análisis que, por otra parte, generan mecanismos más eficientes para captar la atención de consumidores y usuarios. Por ello, aplicaciones y páginas web nos venden cada vez mejor y, también, las redes sociales consiguen que permanezcamos distraídos en un scrolling interminable. En varios estudios realizados, los propios adolescentes reconocen una sensación de pérdida de tiempo y cierto agotamiento mental tras largas sesiones en aplicaciones como Instagram, Tik-Tok y similares. Todas estas herramientas, buenas en sí mismas para mantener comunicación con contactos que, de otra manera, permanecerían casi en el olvido, se convierten en espacios en los que el tiempo se diluye si no se sabe poner límites adecuados. Hemos de tener en cuenta que todas estas aplicaciones, como el comercio electrónico, siguen las premisas del modelo de negocios: “entrar, permanecer, gastar”, de manera que aquello que nos parece bueno por ser gratuito realmente nos convierte a nosotros en el producto (T. Harris).
En familia, el uso de las tecnologías genera un coste de oportunidad, es decir, se deja de emplear el tiempo en profundizar en las relaciones, por lo que se pierden recursos para emplear en otras actividades en común, se alimenta la superficialidad y se deteriora el valor de la atención. De alguna manera, las redes sociales han sustituido lo bueno de relacionarse, la afectividad, los encuentros y desencuentros, por lo fácil, pero, a la vez, impersonal.
En este sentido, desde la familia lo mejor que podemos hacer es dar un buen ejemplo, buscar espacios en los que el móvil quede “aparcado” y momentos en los que el diálogo y el tiempo común sean el único eje sobre el que gire la relación.
En la segunda de las ponencias, D. Antonio Lafuente Torralba se acercó desde un punto de vista legal al vínculo padre/madre-adolescente. Para Lafuente, cuatro son los pilares sobre los que debemos entenderlo para poder afrontar con éxito los episodios más complejos ante nuestros hijos. Por un lado, no hay una universidad de padres que nos forme de manera eficaz para tomar las mejores decisiones, por lo que siempre debemos estar abiertos a acudir a profesionales especializados. En segundo lugar, debemos partir de la premisa de que se educa en familia. Una tercera cuestión es que ha cambiado el paradigma de familia y un gran número de estas tiene padres divorciados que, a su vez, pueden tener nuevas parejas. Finalmente, también han cambiado las propias relaciones. Por ello, como padres, debemos cumplir una cuádruple responsabilidad: proteger, supervisar, delegar y enseñar.
En consecuencia, la educación que debemos ofrecer a nuestros jóvenes es una educación de su tiempo, aspecto que también había apuntado Martín en la primera ponencia. Lafuente hizo, además, un recorrido por la legislación vigente que atañe a los menores y recuerda que esta protege al menor al garantizar sus derechos, pero también subraya que las propias leyes marcan los deberes y obligaciones del menor para con sus ascendientes.
La sesión finalizó con una mesa redonda en la que se abordaron varios aspectos de las nuevas tecnologías y su incidencia en el aula. Dicha mesa, moderada por D. Luis García Carretero, director del Colegio Areteia, contó con la presencia de Eduardo Úbeda, docente del Colegio Areteia y responsable del departamento de Ciencias, Tecnología e Innovación, Elena Calpe, madre de un alumno del centro experta en identidad digital y ciberseguridad, y Lorenzo García Durán, exalumno del centro que está iniciando su formación en audiovisuales, junto a los expertos.
A la pregunta sobre si las tecnologías hacen más fácil el futuro se llegó a un consenso que pone de relieve, por un lado, la mayor facilidad de acceso a contenidos musicales, cinematográficos, culturales, etc., pero que, por otro lado, ponen al alcance de la mano una serie de peligros que hacen necesario un análisis de cómo afecta a nuestros adolescentes de cara a adicciones o exposición a contenidos inadecuados. Por este motivo, en el aula, para Eduardo Úbeda, la tecnología permite una serie de estrategias innovadoras, inmersivas y, en muchas ocasiones, más atractivas, pero que, en ningún caso, pueden copar todo el prisma educativo. Así, las tecnologías deben complementar los contenidos, pero, a su vez, no deben condicionar los propios contenidos, que pueden diluirse si aquellas se han utilizado mal.
Otra de las reflexiones más destacadas fue la realizada por Elena Calpe a propósito de la huella que dejamos en cada una de las acciones que realizamos en internet y que, finalmente, conformará nuestra identidad digital. Es importante proteger nuestra intimidad y la de nuestros hijos, pues las tecnologías son una herramienta que ayuda a mejorar muchos aspectos del día a día, pero acarrean un compromiso importante de cara a la información y datos que dejamos a la deriva. En este sentido, como padres debemos ser conscientes de que una simple foto con nuestros hijos ya está dejando un rastro de cara a su futuro, por lo que tenemos una responsabilidad activa en nuestro propio uso, primero, y tutelar como supervisores de la actividad de los jóvenes, después.
Lorenzo García fue quien aportó el contrapunto generacional en la jornada. Como alumno de estudios superiores destacó las facilidades que aportan las tecnologías, especialmente en una sociedad en la que todo se ve abocado a su uso o en un itinerario como el que él cursa. Sin embargo, también puso de relieve la cantidad de ocasiones en que puede generar distracciones o un mayor tiempo de permanencia del previsto, de la que suele derivar cierta sensación de desasosiego. En todo el proceso educativo, por tanto, es necesario que, tanto con padres, como con profesores, se dé un acompañamiento que permita al estudiante entender la importancia de todas las cuestiones que deriven de la sobreexposición informativa, del uso de redes sociales y de las propias tecnologías.
A modo de conclusión, un titular ofrecido D. José Martín resumía una muy provechosa sesión: “educar en pantallas es educar en virtudes”. De nosotros depende, pues, el futuro de nuestros jóvenes.
La XI Jornada de la Innovación continuará abordando la relación familia-docentes-alumnos con tres sesiones que se llevarán a cabo en los meses de marzo, bajo el lema “mi hijo con discapacidad intelectual, abril, con “mi hijo/alumno con TDAH”, y mayo, en el que se desarrollará “mi hijo/alumno TEA”. Perfiles, todos ellos, cuya prevalencia ha aumentado mucho en los últimos años, fruto, tal vez, de nuestros tiempos o gracias a las mejores herramientas de diagnóstico y que, por ello, son de máxima sensibilidad, urgencia e interés.