Educar es mucho más que enseñar; es acompañar y guiar a cada alumno

La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón. Howard G. Hendricks

En una sociedad tan compleja como la actual cada vez resulta menos válido un modelo de docencia predominantemente académico. El profesor debe conocer la sociedad en que vive y hacer del aula un medio en que el alumno pueda analizar y responder de manera sistemática a los numerosos interrogantes que emergen (A. de la Herrán, Coord., 2003). Hoy en día el profesor es mucho más que un mero transmisor de todo el saber; resulta evidente que en el cambiante contexto actual ni siquiera el docente universitario puede limitarse a transmitir conocimientos. El profesor, y más aún en infantil o primaria, debe sugerir, facilitar o contribuir a crear las condiciones que hagan posible que el alumno acceda al conocimiento de valores por medio de su experiencia. Como dice el filósofo y maestro Gregorio Luri “¿qué es educar, sino hacer apetecibles las posibilidades más altas de cada uno?”.

Educar y enseñar

Muchas veces se usan los dos términos queriendo expresar lo mismo. Lo cierto es que se trata de palabras con un significado muy diferente. Se entiende por ENSEÑAR la presentación organizada en sistemas de hechos, ideas, habilidades y técnicas a los estudiantes. EDUCAR, en cambio, es formar al sujeto en valores (como el esfuerzo, la soberanía, el respeto), sus derechos y sus obligaciones. Históricamente, la primera corresponde a la escuela y la segunda principalmente al núcleo familiar.

Sin embargo, la educación en valores, la educación emocional, el acercamiento y visión pedagógico de nuestros hijos recae cada vez más en los colegios, donde padres y profesores educamos remando en la misma dirección a quienes serán el sostén y futuro de nuestra sociedad.

Si bien hace unos años parecía estar muy diferenciado: conocimientos al colegio, educación en casa; en la actualidad, lo segundo, se impone en las aulas. Quizá este debate, en plena pandemia resurge aún con más fuerza porque hemos vistos a nuestros hijos con clases virtuales y los padres a su lado, apoyándoles y ayudándoles.

¿Qué es educar y qué es enseñar?

Definamos enseñar al acto que se realiza cuando transmito una idea, basada en mi propia creencia; cuando señalo el camino que tiene que seguir mi hijo, cuando impongo reglas o preceptos bajo instrucciones precisas; cuando tengo la habilidad de transmitir un conocimiento determinado; cuando digo: “Hazlo así o de aquella manera”; cuando el objetivo es introducir conocimiento o cuando quiero demostrar que algo funciona para mí de una determinada manera.

No obstante, se educa cuando nos concentramos en sacar lo mejor de mi hijo y que él sea consciente del proceso. Estamos enfocados en su educación cuando lo entrenamos en el conocimiento de habilidades sociales que le permitan desarrollar capacidades que les ayudarán a gestionarse en el entorno. Cuando lo guiamos a bucear por sus emociones para que adquiera conocimiento de su propio ser. Estaremos educándole cuando le animamos a que desarrolle su creatividad para que encuentre sus propias soluciones ante los problemas. Educar es cuando se le trata como una persona importante, especial y única, no como un recipiente donde yo meta lo que creo que la a convenir. Educamos cuando lo acompañamos en su propio camino, cuando estamos presente en su vida y que sepa que puede contar con nosotros. Estaremos educando (sí, en mayúsculas) cuando le transmitimos los valores que le harán falta para manejarse en este mundo tan impredecible, cuando le muestre en su espejo que es una obra de arte irrepetible. ¿Y no es eso lo que hacemos en nuestro colegio?

Educar es más difícil que enseñar, porque para enseñar tu precisas saber y para educar precisas ser.

Educar para ser su mejor versión

Por todo esto el colegio Areteia sabedor de la gran diferencia entre ambos términos busca educar a nuestros alumnos más que enseñar; ofreciéndoles las herramientas para sacar su mejor versión, para aprender conocimientos, para adquirir habilidad pero, sobre todo, cada día tiene como misión acompañar y guiar a cada alumno para que sea el centro y motor de su aprendizaje, para que aprenda a ser, a conocer, a hacer y a convivir. Los alumnos de Areteia reciben una formación integral, a través de programas, talleres, conferencias y eventos innovadores que complementan el currículum oficial, y les permiten adquirir estrategias y habilidades que potencien su crecimiento personal consiguiendo, así, que se desarrollen con equilibrio tanto en lo académico como en lo personal. Parte de esta labor se refuerza también en una serie de opciones extracurriculares como el Apoyo al estudio, Apoyo psicopedagógico, Piensa Piensa (apoya el desarrollo holístico), Habilidades sociales y tiempo libre, Artes (baile, teatro, canto e instrumento musical), Deportes, Apoyo psicológico, Escuela de Tiempo libre y Socorrismo acuático ….  donde formamos personas más que enseñamos a alumnos (aunque también).

Con la firme creencia de que educar es mucho más que transmitir conocimientos en el colegio Areteia, los profesores tienen a su disposición múltiples formaciones, y jornadas de la innovación donde se reflexiona acerca de temas candentes para ser mejores profesores. Este es solo un ejemplo de cómo cada día nuestros maestros se enfocan, piensan y mejoran para saber sacar la mejor versión de nuestros alumnos.

Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad. Karl A. Menninger

Dos voces sobre la educación y la enseñanza

Cuando se le pregunta al mismo Francesc Torralba, Catedrático en Filosofía en la Universidad Ramón Llull y escritor, sobre cómo educar para ser una persona emocionalmente equilibrada responde sin titubear “creo que la práctica educativa la centramos hacia fuera, es decir: damos conocimientos del mundo y de la historia, de la filosofía, de la poesía, de las ciencias naturales pero, en cambio, no nos centramos en el mismo educando, en el sujeto de la educación. Una función básica es, en primer lugar, lograr que el educando se conozca y se acepte, y acepte que tiene limitaciones y que tiene posibilidades que bien desarrolladas le proporcionarán un buen futuro”.

En este mismo sentido, Andria Zafirakou Profesora de Arte en Alperton Community School y ganadora del Global Teacher Prize 2018, contesta sobre qué se debe transmitir en las aulas a los estudiantes con esta contundencia, más cerca de la educación que de la enseñanza: “Confianza y ayudarles a comprenderse a sí mismos. Para algunos jóvenes es complicado mostrarse tal y como son, ya que les cuesta que sus compañeros perciban sus debilidades. Transmitirles que confías en ellos, que todos son iguales y que pueden equivocarse, es lo que les debemos hacer los profesores. Siempre intento crear un entorno de confianza, de experimentación y resistencia en clase, y demostrar a los estudiantes que el fracaso también puede ser bueno como aprendizaje”.

Una herramienta útil para educar y enseñar

Como colegio nos gusta ofrecer herramientas para enseñar y educar, y la disciplina positiva es una metodología pedagógica orientada a educar, enseñar y guiar a los alumnos o hijos desde el punto de vista de la comprensión y la empatía. Supone un cambio de paradigma importante en el mundo de la educación, ya que se deja de lado el trato igual para todos para pasar a uno individualizado, ajustado a las necesidades de cada niño. Asimismo, pone en tela de juicio la imposición de castigos como medio para obtener una conducta adecuada.

Así pues, este método se basa en el respeto y la individualidad de cada alumno, de tal forma que se pone en el escalafón más alto la parte emocional, sus sentimientos. ¿No es esto lo que buscamos a la hora de educar a nuestros hijos?

Es evidente que no todos poseen las mismas capacidades, como tampoco necesitan igual atención. Es decir, no todo sirve a todos. Es justo en ese punto en el que la disciplina positiva entra en juego.

17 / 09 / 21