El tutor como eje del proceso de formación de la persona

Durante las últimas décadas, conforme las ciencias de la educación han evolucionado hacia una comprensión del aprendizaje como proceso, la figura del tutor ha protagonizado una notable transformación desde un planteamiento de mera observación y transmisión de la evolución académica del niño a motor del proceso de formación integral de la persona que se lleva a cabo en la escuela. Este progreso ha sido permitido, por un lado, por los constantes avances en pedagogía, en el conocimiento del cerebro y sus procesos de aprendizaje, así como por la mayor conciencia social acerca del individuo y la diversidad; por otro lado, como consecuencia precisamente de dichos avances, se ha incrementado el grado de incidencia por parte de la normativa vigente en la función y desempeño de la labor tutorial que, no obstante, aunque enuncia algunas de las principales funciones a realizar por los tutores (por ejemplo, para el desarrollo normativo en la Comunidad de Madrid, “orientación, seguimiento, integración” –Decreto 65/2022, artículo 5, “Tutoría y orientación”–), no se completa la definición de su figura con exhaustividad con el fin de permitir a cada colegio configurar su propia identidad según su modelo de centro. Así, para J. Álvarez, en los documentos legislativos de las últimas décadas “se deja constancia de que la orientación y la tutoría se convierten en elementos fundamentales de la calidad y mejora de la educación” («La tutoría en secundaria», Educatio siglo XXI).

¿Cuál es el papel de un tutor?

En este contexto, para el sistema educativo podemos entender que la figura del tutor se plantea inicialmente como un valioso recurso en el proceso de seguimiento, orientación e integración; en el marco de un plan de acción de centro, por el contrario, se puede convertir en el eje de la personalización del proceso de enseñanza-aprendizaje y, en consecuencia, en la clave del éxito educativo de nuestros hijos e hijas. Para llegar a ello, desde el plan de acción tutorial desarrollado por el centro se plantearán diferentes estrategias que le permitan a los diferentes tutores tener el mayor conocimiento posible de su alumnado, de sus intereses y motivaciones, así como de las circunstancias particulares o posibles dificultades. Dicho plan de acción tutorial, por tanto, debe contemplar una serie de objetivos a corto, medio y largo plazo que permitan el crecimiento personal de los alumnos y, por ello, arranca de la actuación conjunta de los diferentes especialistas: departamento de orientación, departamento psicopedagógico, dirección del centro y equipo de tutores y profesores.

¿Cuál es el rol de un docente tutor?

En consecuencia, la acción del tutor no debe encaminarse únicamente a labores informativas o burocráticas, sino que debe incorporarse como eje del proceso de crecimiento del alumno para tratar de desarrollar al máximo sus potenciales fortalezas y servir de apoyo en los momentos de dificultad. Para ello, el tutor debe conducir al estudiante hacia un camino de retos alcanzables tanto en lo académico como personal. Tal como el psicólogo Csíkszentmihályi planteó su concepto de “flujo” como “la situación en que se disfruta con lo que se está haciendo como consecuencia de un esfuerzo voluntario para conseguir algo que valga la pena, sabiendo que hay altas probabilidades de conseguirlo”. Partiendo, precisamente, de esta idea, el psicopedagogo R. Bisquerra plantea como esencial que “colocar a cada alumno en el canal de flujo es un reto para el tutor que implica conocerle en profundidad como persona, sus intereses, aptitudes, competencias, preocupaciones, aficiones, a qué se dedica en el tiempo libre, etc. Colocar al alumno en el canal de flujo, en el marco de la atención a la diversidad, significa educación individualizada y personalizada” (Orientación, tutoría y educación emocional).

El modelo tutorial Areteia

El Colegio Areteia, desde un planteamiento en el que el alumno es el eje del proceso de enseñanza-aprendizaje, concede una importancia capital a la figura del tutor como pieza fundamental para el crecimiento personal y académico del estudiante. Para ello, cuenta con un equipo de tutores altamente cualificado coordinado por un gabinete psicopedagógico compuesto por especialistas que establece las líneas maestras del trabajo tutorial para cada etapa.

Desde una filosofía educativa de carácter personalizador, el tutor es el encargado de establecer un vínculo con los estudiantes que le permita reconocer fortalezas e intereses como primer paso para su autoafirmación personal y en el grupo. De esta manera, el alumno se siente importante y protagonista en el aprendizaje, por lo que asume los retos con el estímulo suficiente para superarlos y obtiene estrategias para aquellas áreas en las que encuentra más dificultades.

¿Qué características debe tener un tutor?

El tutor, además, supone un importante elemento dinamizador del grupo, capaz de gestionar desde una imagen que ofrezca confianza, ayuda y compromiso, los valores de respeto, escucha, compañerismo y ayuda. Es, en definitiva, también un modelo en el que fijarse y una pieza básica para la integración de cada individuo en el grupo.

Para llevar a cabo esta tarea, el tutor plantea sesiones grupales participativas con las principales motivaciones, puntos de interés, preocupaciones y aspiraciones del conjunto de la clase como telón de fondo. Son estas sesiones un espacio idóneo para la reflexión colectiva y la expresión de inquietudes, pero también un lugar en el que compartir proyectos de futuro, ilusiones y ambiciones.

Por cuanto respecta al aspecto académico, el tutor es el encargado de seguir el progreso en las distintas áreas, para lo que mantiene un contacto fluido con los respectivos profesores, que concretarán aquellos aspectos de mayor dificultad y que servirán como base para que el tutor diseñe planes de estudio, en los casos en que sea preciso, para garantizar el progreso. Asimismo, de las tutorías individualizadas podrá extraer la percepción que el propio alumno tiene de su desarrollo o de aquellas áreas en las que se siente menos fuerte.

La labor tutorial se convierte, así, en un proceso de acompañamiento al estudiante que teje una red de crecimiento que comienza en la escuela y se consolida en casa. El seguimiento se vierte periódicamente a las familias, con las que existe un contacto permanente para establecer pautas comunes de acción que fortalezcan el sentimiento de protagonismo en el proceso de aprender y faciliten el desarrollo personal. Este trabajo mutuo, por ejemplo, permite que el alumno, incluso en situaciones de conflicto emocional o social, con un mensaje unívoco por parte de todos los agentes implicados en su educación, pueda transformar dicho conflicto en una oportunidad de aprendizaje.

¿Qué se espera de una tutoría?

Tomado en su conjunto, pues, el trabajo del tutor se extiende en su acción desde el día a día con una prospección encaminada a la orientación, tanto del alumno en su formación como de la familia en su caminar junto a él. La posición central que ocupa el profesor-tutor en todo este proceso, encargado de canalizar toda la información de seguimiento y coordinar medidas de apoyo académico, así como de detectar posibles necesidades de ayuda terapéutica (con el consejo del departamento psicopedagógico), es la que permite dinamizar todo el proceso de enseñanza-aprendizaje desde una perspectiva que respeta a la persona y la apoya en el desarrollo sus fortalezas, preparándola para la vida adulta.

El equipo de tutores del Colegio Areteia está formado por profesores con amplia experiencia docente y altamente cualificados para atender las diversas necesidades de los estudiantes. La coordinación con el departamento psicopedagógico permite un seguimiento permanente de la evolución, así como pautas precisas y adecuadas a la individualidad de cada uno. Del mismo modo, una figura como la de la educadora social, encargada de coordinar dinámicas innovadoras, encaminadas a la cohesión de los grupos para las sesiones de tutoría, garantizan un esfuerzo permanente en esa labor conjunta de escuela y familia que es la de educar a nuestros hijos e hijas.

20 / 10 / 22