La lectura como fundamento de la salud y el crecimiento personal

La lectura, como muchas de las actividades que han permitido a la sociedad actual evolucionar hasta lo que conocemos, goza de un prestigio que no siempre se corresponde con el ejercicio que hacemos de ella en nuestro día a día. Por ello, acontecimientos como el regreso a las calles de las ferias del libro o el incremento en un 44% de las ventas en el sector durante el primer semestre de 2021 con respecto al año previo, son motivos esperanzadores no sólo desde el punto de vista de la educación y la cultura, sino también de la psicología, la medicina y, en general, de la comunidad científica.

Es un hecho que la literatura compite en la actualidad con numerosas alternativas de carácter lúdico. Si el ser humano, de alguna manera, se ha sentido siempre empujado a contar y escuchar historias, son tantas las posibilidades que se ponen a nuestra disposición que no son pocas las ocasiones en que los jóvenes (y adultos) desplazan el interés por la lectura hacia las películas, series o videojuegos, productos que también “relatan” y, por tanto, disputan el espacio a la lectura por la menor exigencia intelectiva que requieren en el momento de su ejercicio. Si ya el acervo popular nos refiere que “una imagen vale más que mil palabras”, parece que estamos conducidos hacia un declive de las letras en beneficio de otras formas de transmisión cultural.

Leer es una actividad esencial para la salud del cerebro

Sin embargo, son cada vez más las voces que, también desde las ciencias de la salud, alertan de la necesidad de preservar, mantener y fomentar el hábito lector como parte de nuestro ejercicio diario para un estilo de vida saludable. Así, desde la medicina se subraya el hábito lector como figura esencial para el cuidado del cuerpo: del mismo modo que una alimentación sana y el deporte contribuyen a un correcto desarrollo de los órganos en los más jóvenes y a su adecuado mantenimiento en los adultos y mayores, el cerebro, que también necesita de estos dos hábitos (nutrición y ejercicio físico), encuentra en la lectura su propia gimnasia que, del mismo modo que la práctica deportiva tonifica y fortalece músculos y órganos, permite activar diferentes áreas del cerebro. Así, frente al estímulo de las palabras se acciona la corteza visual, que desencadenará la activación de las áreas del cerebro encargadas del lenguaje, de ordenar la secuencia de lo que se está leyendo (el lóbulo frontal) o la memoria. Con la variedad de lecturas conseguiremos estimular, además, en mayor o menor medida otras áreas, pues no es lo mismo el ejercicio realizado con la lectura de una larga novela histórica que con un libro de poemas cuya sinestesia evoca toda la sonoridad de las palabras, aunque se lea en voz baja.

La lectura en el desarrollo de la inteligencia

Desde el punto de vista educativo, por su parte, la lectura cobra una relevancia fundamental como elemento de desarrollo de la persona. Si bien es cierto que hay una clara conciencia desde la gran mayoría de los agentes sociales en la necesidad de generar un hábito lector, los recursos destinados o los caminos recorridos no siempre consiguen la repercusión adecuada. En este sentido, para una escuela personalizadora como la propuesta por el modelo Areteia, el fomento de la lectura se convierte en uno de los ejes centrales por el gran impacto que supone en el crecimiento personal de los estudiantes. Así, por un lado, nos ofrece un amplio abanico de posibilidades en cuanto a géneros, temas, motivos y estilos que permiten estimular la inquietud, curiosidad y, por tanto, la necesidad de aprender. Por otro lado, desde un punto de vista humanístico, fomenta un desarrollo del pensamiento crítico y, lo que es más importante, la autonomía en el aprendizaje. No en vano, el fin de la educación moderna es, precisamente, que el estudiante adquiera la habilidad de “aprender a aprender” que tan necesaria es en nuestra cambiante sociedad actual.

Debemos tener en cuenta, además, que, del mismo modo que con la activación de la corteza visual se desencadena toda una serie de estímulos en el cerebro, la lectura no favorece un único aspecto de la inteligencia. Desde una perspectiva enfocada al desarrollo de las inteligencias múltiples se valoran las capacidades de los individuos en función de sus fortalezas, que cada persona posee en diferente medida. Por ello, aunque la lectura ejercita claramente la inteligencia lingüística, su cultivo desde el aula permite al estudiante conocer la amplia variedad de géneros literarios y no-literarios con el fin de que sea capaz de alcanzar no solo un gusto estético, sino también un interés cultural que deviene, en definitiva, en un desarrollo de la inteligencia intrapersonal, un encuentro consigo mismo que, una vez encontrado el hueco correspondiente en la rutina diaria se convierte en espacio de conocimiento, reflexión y, en suma, liberación.

Sin embargo, el mayor impacto que podemos conseguir con el adecuado plan de fomento de la lectura se produce en la inteligencia interpersonal. La lectura colectiva, la puesta en común de opiniones, valoraciones y perspectivas, así como compartir los detalles que más (o menos) han gustado de un libro, tal y como sucede con las películas o las series, ayudan a fijar lo aprendido y disfrutado a la par que fortalece la memoria y genera espacios de diálogo especialmente útiles en aquellos que manifiestan más dificultades para relacionarse.

Desde esta perspectiva, pues, la lectura se convierte en una sólida herramienta educativa que no debe detenerse en la escuela. Efectivamente, la presencia de una lectura compartida desde casa, que tantas veces se olvida conforme nuestros hijos e hijas van cumpliendo años, nos da la posibilidad de ir conociendo inquietudes, compartir gustos y experiencias. No se trata de reservar un tiempo para leerles, sino de asignar momentos para que los estudiantes puedan seguir una rutina lectora y atender a sus intereses y curiosidades como instrumento de diálogo y encuentro con ellos a través de los libros.

La lectura como experiencia personalizada

En este sentido, el plan de fomento de la lectura que se propone desde el Colegio Areteia integra en las aulas un espacio abierto al disfrute de los libros al tiempo que propone estrategias para que las familias puedan extender la actividad en casa. Para ello, se atiende no solo al rango de edad que comprende el colectivo estudiantil del centro, sino también al grado de maduración o las necesidades particulares de cada uno. El cerebro, en efecto, no capta de la misma manera los estímulos de la lectura en la edad temprana que en los últimos tramos de la adolescencia (la actividad neuronal se va localizando en el hemisferio izquierdo), pero tampoco lo hace de igual modo para cada persona según sus características. Una adecuada orientación, así como el buen conocimiento de la persona, permitirán alcanzar el disfrute porque, cuando hablamos de leer, no hablamos de mejores o peores lectores sino de libros adecuados a los intereses y posibilidades de cada uno.

Esta perspectiva individualizadora y personalizadora de la experiencia lectora (y educativa), así como los beneficios que reporta a la salud es la que sigue, entre otros, el Dr. David Ezpeleta que, en el Laboratorio Contemporáneo de Fomento de la lectura de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, hace notar su valor terapéutico y preventivo. Así, el ejercicio de la actividad cerebral no solo retrasa y reduce los efectos de enfermedades que atacan directamente al sistema nervioso, como el Alzheimer o el Parkinson, sino que también permite una comunicación vivencial entre personas que puede ayudar al lector según su situación personal. Del mismo modo, no es infrecuente que buenos lectores encuentren en la escritura un vehículo de liberación con fines terapéuticos.

Por todo ello, es preciso facilitar una rutina de lectura en nuestros hijos e hijas que les permita encontrar no solo el goce estético o la motivación cultural, sino una herramienta de liberación del sedentarismo tecnológico (y físico) al que nos aboca la sociedad actual. La lectura, como la dieta equilibrada, el ejercicio y las relaciones interpersonales sanas son la base de la salud física y psíquica de nuestros jóvenes, por lo que es importante entender que se trata también de una necesidad en su educación.

28 / 09 / 21